Este martes 14 de diciembre se presentó la octava edición del Estudio Fuerza Laboral Gran Minería Chilena 2021-2030, que recaba información relevante sobre las personas que trabajan en el rubro minero, traza la evolución de la oferta formativa y la demanda que existe de técnicos y profesionales. La investigación, realizada por el Consejo de Competencias Mineras (CCM) en conjunto con el Programa Eleva, este año incluyó la participación de 14 empresas mineras y 13 proveedores del sector.
Pese a un contexto marcado por la pandemia, las transformaciones político-sociales del país y la emergencia climática mundial, los indicadores de la industria son alentadores: la minería representó el 12,5% del PIB nacional en 2020, lo que significa un incremento de 3,4 puntos porcentuales en relación al año anterior. Y según cifras del Consejo Minero, a pesar de la leve caída que hubo en el volumen de producción de cobre durante el último año -que llegó a 5,73 millones de toneladas-, el aumento en su valor compensó esa fluctuación.
“Sin la minería chilena, el mundo no va a poder frenar el cambio climático”, afirmó el Ministro de Minería Juan Carlos Jobet, en el lanzamiento. “Casi un 80% de las emisiones que lo generan viene de la quema de combustibles fósiles. Por eso es esencial transformar la manera en que producimos y consumimos energía, ya que ésta no se puede hacer sin minerales”, dijo. Además, añadió un dato: “Las centrales de generación eléctrica renovables necesitan cuatro veces más cobre que las convencionales y los autos eléctricos también. Además, necesitan litio para sus baterías. Chile produce más del 30% del cobre y del 20% de litio en el mundo y tiene las mayores reservas de ambos minerales, lo que nos plantea una enorme posibilidad y un enorme desafío”.
Mujeres, territorio y tecnología
Los principales hallazgos del estudio se encuentran en los ámbitos de la participación femenina, la contratación local y el impacto tecnológico en las faenas. Sobre el primero, el informe confirma que aumenta la presencia de mujeres en el rubro. Ejemplos de ello es que el indicador global de contratación se duplicó, alcanzado un 21% en 2020, y que efectivamente están ocupando más cargos de jefatura: el indicador creció de un 7,4% a un 15,7% en relación al estudio anterior.
La localidad es interesante de analizar porque según las cifras, siete de cada diez personas vive en la misma región en la que se emplea, representando cerca de un 73% de los trabajadores. En 2020 la industria minera aumentó las contrataciones locales en más de 6 puntos porcentuales con respecto a 2018, diferencia que se eleva a 15,7 puntos en el caso de las empresas proveedoras. Cabe destacar que el empleo local aparece como una dimensión clave, ya que fue lo que permitió mantener la continuidad operacional durante las restricciones de movilidad provocadas por la pandemia.
Sobre el uso de nuevas tecnologías, el informe constata que las empresas mineras las están incorporando para aumentar la productividad y la eficiencia, pero que optan por distintas alternativas: un 76% de las empresas de prefiere capacitar a los actuales trabajadores para su manejo; un 62% opta por la reconversión, es decir, capacitarlos para que realicen otras funciones; mientras que un 45% se inclina por la alternativa de contratar a nuevos trabajadores con las competencias requeridas.
Talento requerido
En materia de brechas y demanda laboral, el estudio concluye que para la próxima década se necesitarán 25.338 trabajadores en los distintos cargos de la cadena de valor principal (extracción, mantenimiento, procesamiento y transporte). Además, que un 73% de la demanda acumulada total del decenio corresponde a los cargos de mantenedores (mecánicos y eléctricos) y operadores de equipos (móviles y fijos).
Estos cuatro perfiles, que son los más demandados, continúan siendo los que presentan mayor brecha entre la oferta formativa disponible y la demanda requerida por la industria. Para enfrentar esta situación, el informe propone mejorar la calidad de la oferta de formación técnico-profesional, potenciar los procesos de práctica y aprendices, e impulsar alianzas público privadas regionales para mejorar la pertinencia de la formación técnico-profecional.
“Este estudio es una herramienta potente, ya que agiliza la toma de decisiones e inversión en la fuerza laboral actual y futura, es decir, en las personas. No solo en el qué y dónde, sino también en metodologías y prioridades del sector a nivel mundial y locales para el país y el desarrollo de las regiones mineras”, dijo al respecto Verónica Fincheira Herrera, gerenta del Consejo de Competencias Mineras.