Fue Ministro de Economía, Energía y de la Secretaría General de la Presidencia, en los gobiernos de Eduardo Frei y Ricardo Lagos, respectivamente. En 2014 Álvaro García fundó Alianza Valor Minero, institución público-privada de la cual fue presidente ejecutivo, y que tuvo por objetivo generar las condiciones para transformar a la minería en una plataforma de desarrollo país, a partir de la implementación de procesos de diálogo y participación ciudadana.
“Era un grupo muy representativo de la actividad minera, donde convergían todos los intereses: gremios mineros, proveedores, organizaciones ambientalistas, universidades”, recuerda, lamentando que el gobierno anterior haya optado por no continuar con la iniciativa.
Desde hace unos años encabeza la consultora Colaboración Estratégica, especializada en el diseño y habilitación de procesos de diálogo, donde participan múltiples actores para construir acuerdos colaborativos.
En esta conversación con Minería y Futuro plantea que la industria debe hacer un esfuerzo mayor por colaborar con los otros actores de los territorios donde opera, y promover el desarrollo por la vía de fortalecer sus encadenamientos productivos. “La minería tiene que ser un factor de innovación productiva muy importante. Hasta el momento invierte muy poco en esto. No sólo tiene que incrementar sus niveles de inversión, también lo debe hacer de forma más abierta”, señala.
– ¿Echa de menos que exista una instancia como fue Valor Minero, que entre otras iniciativas lanzó la Agencia de Diálogo Territorial?
Sería un enorme beneficio para el país recuperar una instancia de este tipo. He escuchado que existe interés en hacerlo; ojalá ocurra. La minería es un sector donde confluyen intereses muy diversos, contrapuestos a veces; es muy importante que exista un espacio de mediación y de consecución de acuerdos entre ellos.
De hecho, ya por varios años el sector minero viene identificado como una de sus principales dificultades, su emplazamiento en el territorio. Una opinión neutral sobre cómo ocurre eso, es muy relevante para el desarrollo del sector.
Creo que va a adquirir especial importancia en el contexto de la nueva Constitución, donde (de aprobarse) quedan muchos temas pendientes a definir por el Parlamento. Que el Congreso pueda escuchar una voz que integra las distintas perspectivas existentes en la minería, va a ser muy relevante para sus decisiones.
– ¿Qué aprendizajes rescata de esa experiencia?
Muy particularmente, la buena disposición que mantuvieron los actores para seguir dialogando y construyendo acuerdos; se lograron algunos importantes, y había interés por continuar. Desafortunadamente, eso se desaprovechó.
– Desde su perspectiva ¿Cómo ha evolucionado la industria minera en Chile en materia de relacionamiento comunitario y vinculación con el entorno?
Ha habido una evolución muy positiva, porque la industria minera ha adquirido conciencia de la importancia de implantarse adecuadamente en el territorio donde opera. Eso significa mantener un vínculo de diálogo permanente con los actores del territorio y adquirir compromisos concretos con él, y ambas cosas han ocurrido. Se ha fortalecido el diálogo, y la minería ha asumido promesas en materias más relevantes, como reducir el consumo de agua fresca e incrementar las inversiones en desalinización. Son temas concretos, que preocupan a la ciudadanía. Lo mismo ocurre con su matriz energética y contribuir a frenar el calentamiento global. Hay metas en esa materia que son muy favorables.
Creo que la minería todavía podría fortalecer más su implantación en el territorio, enfatizando la dimensión positiva que trae esta actividad, particularmente con sus encadenamientos productivos.
– ¿Cómo debiera plasmarse? ¿Basta con la generación de empleo o es más que eso?
Es mucho más que eso. La minería tiene que ser un factor de innovación productiva muy importante. Hasta el momento invierte muy poco en esto. No sólo tiene que incrementar sus niveles de inversión, también lo debe hacer de forma más abierta; esto es, incluyendo a sus actuales o eventuales proveedores.
FOCO EN EL TERRITORIO
– ¿En qué medida la comunidad reconoce los impactos los positivos que genera la minería?
En una dimensión amplia, se reconoce en la minería el sueldo de Chile; la viga maestra. Distinto es lo que ocurre en el entorno inmediato (de las operaciones), que es el que sufre el mayor impacto ambiental; y es donde, en mi opinión, se puede fortalecer aún más la promoción del desarrollo territorial. Ahí el esfuerzo no solo debiera ser mayor; la actitud tiene que modificarse: estar más abiertos a colaborar con otros actores del mismo territorio para promover su avance.
Hay una cultura en la industria minera -en el mundo, no sólo en Chile- de que cada uno hace su tarea y trata de hacerlo lo mejor posible. Pero ese esfuerzo se haría mucho mejor en colaboración.
Un ámbito evidente es lo que se está ocurriendo en desalación; si se hiciera de manera colaborativa, o al menos se usaran (estas inversiones) de esa forma, su impacto sería gigantesco. Pero hasta el momento hemos visto que cada minera tiene su propio proyecto, dedicado a su faena. Si en regiones como Antofagasta se integrara la red de abastecimiento de agua desalada para la minería, no sólo se fortalecería la seguridad hídrica del sector, también el de la Región.
– ¿Qué errores suelen cometer las compañías mineras al tratar de desarrollar un proyecto y mitigar sus impactos?
Hasta el momento la actitud ha sido cumplir con la normativa ambiental; lo que por supuesto le exige considerar estrechamente el territorio, particularmente en su área de influencia. La normativa ambiental asegura que los proyectos se hagan bien. Pero a veces no basta con eso. Se puede hacer una contribución positiva al territorio, y eso implica analizar más allá del área de influencia de la minería. Nuevamente el caso de la desalación es un ejemplo: puede pasar todos los filtros ambientales, pero se pierden oportunidades al no considerar la contribución que se podría hacer al conjunto del territorio.
– ¿A qué tipo de contribución se refiere? ¿Qué demandan hoy las comunidades?
Diría que son de todo tipo: contribuciones pecuniarias; de formas de uso de la infraestructura que genera la minería, que requiere para sus proyectos, y que podrían producir externalidades hacia el resto de la región. Hay tareas específicas que se pueden desarrollar, como invertir en generar habilidades que permitan a la población aledaña participar del proceso minero, las que de manera espontánea no se lograrían. La minería conoce los requerimientos de calificación del equipo humano que va a necesitar, y podría invertir en el desarrollo de esas habilidades. Hay casos en que lo han hecho, con resultados muy positivos, pero todavía marginales.
Si la minería evalúa sus proyectos considerando el territorio donde opera, más allá de la exigencia ambiental en su área de influencia, podría hacer una enorme diferencia.
– ¿Ve a las comunidades mejor organizadas en su relación con la minería?
Es difícil hacer una afirmación general, porque hay territorios tan distintos…Pero sin duda las comunidades aledañas a los proyectos mineros están mucho mejor informadas. Son también más favorables a la minería de lo que eran en el pasado; la oposición a la industria se traslada hacia territorios más lejanos de donde ella opera, que muchas veces están desinformados de lo que realmente ocurre.
Por lo tanto, otra condición que me parece indispensable para viabilizar la minería, es educar; informar sobre los reales efectos y potencialidades de esta industria. Por eso echo tanto de menos una institución como Valor Minero, que tenía esa potencialidad: informar y educar desde una perspectiva neutral. Si uno visita la página web del Consejo Minero, por ejemplo, puede encontrar una enorme cantidad de información, muy buena y fidedigna a mi juicio; pero no es la mejor voz para comunicarla. Hace falta contar con una voz neutral.
– ¿Esa falta de conocimiento explicaría que un sector vea a la minería como una actividad extractivista-rentista?
No es sólo falta de conocimiento, aunque hay mucho de eso. Si uno mira las encuestas, hay una gran comprensión de que la minería es importante para Chile, pero hay casi un total desconocimiento de ‘cómo me beneficia a mí, cómo me llega a mí’. Ese desconocimiento se debe, en gran medida, a falta de información y también de mayor inserción de la minería en Chile. Con eso me refiero a los encadenamientos productivos del sector y a su contribución con el proceso de innovación económica del país. En ese terreno, como señalaba, el sector aún está al debe; tiene débiles vínculos e invierte poco en innovación.
– Recientemente, en su visita a Canadá, el Presidente Boric llamó a las compañías mineras de ese país a comportarse en Chile como si estuvieran en el suyo ¿Las empresas siguen estándares menos exigentes en nuestro país,?
No es mi impresión, la verdad. Podría ser una afirmación válida en una perspectiva histórica, considerando que años atrás las empresas no tenían el mismo comportamiento en sus países de origen, y en los otros donde operaban; pero eso se ha superado bastante. Si no me equivoco, en el caso específico de Canadá, las compañías mineras son supervisadas por su comportamiento en el exterior; hay una normativa nacional que así lo exige.
– ¿Entonces no existe hoy una distancia entre lo que pasa en Chile y otros países mineros, más desarrollados?
No en su comportamiento ambiental comunitario; pero sí existe una gran diferencia respecto de la otra dimensión que señalaba: su implantación productiva, sus encadenamientos productivos, su inversión en innovación. Ahí sí se nota una diferencia muy grande, y eso es lo que hoy se le está reclamando a la minería.
Cuando se dice que es exclusivamente “extractivista”, es porque no hace esto otro. Chile se beneficiaría enormemente fortaleciendo los vínculos operacionales de la minería con el resto del aparato productivo.
– ¿Ve avances en ese ámbito, por ejemplo, en la formación de clústers, como estaría sucediendo en Antofagasta,?
Hay muy buenos ejemplos del potencial que esto tiene; pero aún está en pañales. Todavía los eslabones productivos son débiles respecto de otros países mineros. El esfuerzo de inversión en innovación es muy bajo; por lo tanto, hay un gran potencial de progreso, pero que requiere un cambio de actitud de las empresas mineras, y también en las políticas públicas. Hoy se estimula la inversión en innovación para el desarrollo de la empresa, no del clúster; no en favor de la relación con el resto del aparato productivo. Y eso es lo que el país necesita.
MARCO INSTITUCIONAL
¿Cómo evalúa la discusión que se dio en el marco de la Convención Constitucional, sobre el desarrollo y futuro de la minería?
Partimos con propuestas que constituían un gran freno a la minería chilena; pero el proceso ha ido concluyendo de manera positiva, en el sentido de que estas no quedaron presentes en el texto de nueva Constitución. Sí se dejan muchas cosas al arbitrio de leyes que deberán ser definidas en el futuro, con quorum bajos; por lo tanto, mayorías circunstanciales podrían generar dificultades. No creo que eso vaya a ocurrir con el Congreso que tenemos ahora, pero sí sería una interrogante para el futuro (de aprobarse la nueva Constitución); algo que va a ser importante de clarificar.