“Estudié geología porque tenía claro que me gustaban las ciencias de la tierra y que no quería una profesión tradicional. Y bueno, la Universidad de Chile ofrecía geología, carrera de la cual me titulé en 1980 y que me gustó desde un principio, por la amplitud de las temáticas y porque me permitía moverme, conocer lugares mediante la exploración y el trabajo en terreno. Me parecía fascinante caminar por los cerros observando el paisaje desértico o florido”, recuerda Irene Aracena, geóloga y asesora de geometalurgia en JRI y de empresas mineras.
Explica que la geometalurgia surge de la necesidad de entender cuál es el comportamiento de los minerales ante cualquier proceso. “El desafío de la geometalurgia es obtener más conocimiento de los minerales y adelantarnos a los problemas que pueden surgir al flotar, al moler o a la composición mineralógica en la lixiviación. Hay conocimiento, pero ha costado. Por ejemplo, hay empresas mineras donde se acumulan las arcillas y tienen que parar la producción por varios días para averiguar por qué no está funcionando, llegando a perder millones de dólares en esas operaciones”, relata.
En esta entrevista plantea que la industria minera en Chile debería “pensar en explorar y producir otros elementos, como lo hacen otros países mineros, donde sus minas producen cobre y más minerales”.
– ¿Cómo llegaste a la minería?
En el caso de Chile y para los geólogos, las mayores oportunidades laborales estaban en la minería. Al egresar de mi carrera yo hubiese querido ser geólogo regional, trabajar en el Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin), pero había muy pocas vacantes. En ese momento se me dió la oportunidad de hacer una práctica Chuquicamata. Me gustó y me quedé ahí 18 años. Entré como geólogo de producción, que implica ir a la mina todos los días, mapear y generar un inventario de las rocas y de los sondajes, para después hacer el modelamiento.
Allí recorrí la cordillera, básicamente entre la primera y tercera regiones en los programas de exploración que tenía Codelco fuera de sus yacimientos.
– Te has desempeñado en muchas empresas mineras, como La Coipa, Mantos Blancos, El Abra, entre otras. ¿Cómo ves las oportunidades que están teniendo las geólogas en la minería?
Ahora con todo esto de la paridad las mujeres tienen más posibilidades, pero no es que antes no las tuviéramos, aclaro. Lo que pasa es que eran menos las mujeres que se atrevían a estudiar carreras como geología o ingeniería de minas; pero la que quería estudiar esa carrera lo podía hacer.
Cuando entré a Chuquicamata, yo era la única mujer contratada trabajando en una mina a rajo abierto. Entonces eso llamaba mucho la atención.
– Para los que estudian geología, ¿sigue siendo la minería la mejor opción de trabajo?
De partida hay más universidades que imparten geología, y se ha abierto a otras actividades. Dado que Chile es un país volcánico, motivó a que se formaran vulcanólogos. Después empezaron a aparecer los geofísicos por los terremotos. En Europa, se empezó a hablar de la geología de la ciudad. Porque hay urbes que están cruzadas por fallas.
El mercado laboral se ha abierto, similar a lo que ha ocurrido por ejemplo con la medicina: antes se tenía el médico general que veía todo, pero ahora hay diversas especialidades. Y en geología pasa lo mismo, para cuidar el planeta.
– El cuidado al planeta es una temática muy actual. ¿Los geólogos pueden estar en todos los ámbitos vinculados a la tierra?
Son muchas las nuevas áreas que se están desarrollado no sólo en Chile. Por ejemplo, está apareciendo la geología marina, donde en el fondo marino hay reservas de minerales de distinto tipo. También tenemos una especialista en geología espacial, que es la Millarca Valenzuela, quien estudia meteoritos. Si bien ella no ha ido a la luna, ha recibido las muestras que la NASA ha mandado a Chile, y las ha estudiado y analizado.
– En concreto en Chile ¿en qué área falta que entren o se desarrollen más los geólogos?
Falta que el Gobierno de Chile ingrese a los geólogos como especialistas. En el sur, uno ve centros turísticos situados en caminos donde cruza la lava de los volcanes. Ahí debió haber existido la opinión de un geólogo, que señalara que no se debió hacer ese camino. Si bien el volcán no está activo actualmente, en cualquier momento puede activarse y dejar “la escoba”.
Lo mismo los ríos que llevan años con sus cauces secos, pero de repente viene una lluvia que es inusual y suceden catástrofes, como ha pasado en el norte. Los geólogos sabemos reconocer esas cosas. Debería haber un geólogo en cada una de estos espacios gubernamentales, que opinara en forma experta sobre dónde se puede construir y dónde no.
Desgraciadamente, lo que nos ayuda son los terremotos y los volcanes, ya que ahí es cuando se dan cuenta que es necesario destinar recursos e instalar más equipamiento en zonas de volcanes y de contactos de placas.
EXPLORACIÓN MINERA
– En relación a la exploración minera. ¿En Chile se está haciendo exploración suficiente para asegurar el futuro minero?
Chile es hoy básicamente un productor de cobre, y los recursos de cobre se han descubierto casi todos, los que se pueden considerar como comerciales. Las reservas están muy profundas y no son viables de explotar por ahora. Se tiene conocimiento de que bajo los mil metros (de profundidad), se han pinchado algunos depósitos minerales; pero llegar hasta ahí es muy caro. Entonces, por ahora, las empresas mineras están explorando en otros países latinoamericanos, como Perú.
– ¿Y qué alternativas tenemos entonces?
Debemos enfocarnos en explorar en el área de los polimetálicos. Existen otros elementos presentes ahí, sin revisar ni explotar, porque pocos han querido invertir en eso. Tenemos el caso del litio, que se amontonó durante años, y hoy se ve una oportunidad. Pero generalmente en Chile no somos muy proactivos
Cuando baja el precio del cobre, Chile se va casi “a la quiebra”, prácticamente. Debemos pensar en explorar y producir otros elementos, como lo hacen otros países mineros, donde sus minas producen cobre y más minerales.