Por Nancy Pérez, directora de Enami; socia fundadora de Women Board Up; consejera Innova Chile Corfo.
La Organización para las Naciones Unidas y sus países miembro han definido 17 objetivos que orientan a los países para que el desarrollo sea sostenible. Para avanzar en esa dirección, estos objetivos -que están estrechamente relacionados entre ellos- persiguen un equilibrio en las dimensiones económica, social y medioambiental del desarrollo. El principal desafío es lograr que tanto las generaciones actuales como las futuras puedan satisfacer sus necesidades, vale decir, un desarrollo que no comprometa las necesidades de las próximas generaciones.
Chile está avanzando en varios de estos objetivos, por ejemplo, en la transición hacia el uso de energías renovables, en protección de los océanos, igualdad de género, reducción de las desigualdades, en generar acciones para hacernos cargo del cambio climático y cambiar nuestros hábitos, entre otros. Sin embargo, los países continúan desafiados, pues los episodios de temperaturas máximas siguen aumentando, sin dar señales de lograr en el corto plazo un punto de inflexión.
Para que dejemos atrás el uso de combustibles fósiles, la transición energética hacia energías producidas con tecnologías limpias requiere de minerales, varios de ellos presentes en el país y en la región, por lo que se proyecta un aumento significativo en la demanda de cobre, litio, tierras raras y otros. La pregunta que surge es ¿Podremos aprovechar este nuevo ciclo de aumento de la demanda de los minerales -y por lo que se proyecta, de buenos precios- para mover a Chile hacia un desarrollo sostenible?
Catastros preliminares de inversión en minería y energía muestran un interés por desarrollar proyectos en Chile. US$73.655 millones es la proyección para el periodo 2022-2031, según un estudio realizado por Cochilco. Asimismo, se prevén 42 proyectos en hidrógeno verde, por el lado de energía, según la Asociación Chilena de Hidrógeno Verde.
«Hoy la minería tiene como desafío la necesidad de legitimidad en la sociedad; estamos en el momento propicio para apostar por los cambios en esta transición que está ocurriendo a nivel global. Es necesario pavimentar el camino para atraer el talento y desarrollar un ecosistema dinámico e innovador en torno a los desafíos de la minería.»
Una tendencia creciente de las inversiones, y esperada, es que éstas sean evaluadas con criterios ESG (siglas de Environmental, Social and Governance), vale decir, que el impacto de las inversiones considere esos tres aspectos, para así estar en línea con los objetivos de desarrollo sostenible. En minería, por ejemplo, en el ámbito ambiental, se debiera considerar la regeneración o protección de los recursos naturales en los territorios donde se desarrollen los proyectos, dentro de los criterios de evaluación. En el ámbito social, debiera existir un compromiso con el bienestar de las personas, trabajadores y comunidades, la promoción de una retribución justa, su contribución al desarrollo de proveedores, la promoción de capacitaciones o la adaptación de la fuerza laboral a las nuevas tecnologías, por nombrar algunas de las acciones que apuntan hacia un desarrollo sostenible.
La complejidad de estos proyectos está destacada por la IPA (Independent Proyect Analysis), poniendo foco adicional en los datos que orientan los requerimientos tecnológicos a partir de los cuales se definen las ingenierías, así como el alineamiento de los diversos stakeholders vinculados al contexto del proyecto.
Una tendencia adicional para lograr legitimidad -que incluyó el Subsecreratario de Minería, Willy Kracht, en la columna: “Minería en tiempos de transparencia e inmediatez”-, es la necesidad de transparencia y estándares éticos en el acceso a información de las industrias extractivas. Sería bueno que el país también se sume a la Iniciativa de Transparencia para la Industria Extractiva, que además, está muy en línea con los cambios de paradigmas de la era digital.
Hoy la minería tiene como desafío la necesidad de legitimidad en la sociedad; estamos en el momento propicio para apostar por los cambios en esta transición que está ocurriendo a nivel global. Es necesario pavimentar el camino para atraer el talento y desarrollar un ecosistema dinámico e innovador en torno a los desafíos de la minería. Debemos reconocer que hay incertidumbres y brechas de conocimiento, y requerimos de nuevas tecnologías. Lo peor que puede pasar es que no logremos alinear las capacidades, reconociendo la importancia de diversos actores, incluyendo por cierto el Estado y la participación de nuevos emprendedores, tras un propósito ambicioso y desafiante que haga la diferencia: una minería sostenible, para que exista un mañana mejor para todas y todos.