Fue parte de las primeras generaciones de geólogos egresados en Chile, una disciplina a la que llegó porque no quería ser parte de la “manada” –como dice– que ingresaba a las carreras tradicionales del momento. “Geología prácticamente no existía, pero mi padre me metió un poco en esta historia. Vivimos diez años en Punta Arenas y ahí había algunos geólogos, por el petróleo… Ahí empezó este vínculo, pero no sabía mucho de qué se trataba”, comenta Francisco Camus, al recordar los orígenes de su dilatada y reconocida trayectoria en este campo.
En la Escuela de Geología inaugurada en esos años en la Universidad de Chile (en 1957), se hizo muy amigo de otros tres compañeros, conocidos como “D’Artagnan y los tres mosqueteros”, porque –según comenta, sin falsa modestia– destacaban entre la generación.
Con una carrera dedicada principalmente a la geología y exploraciones mineras, Camus enfatiza la importancia de esta actividad: “Lo primero que aprendí es que los geólogos buscan las minas, las tienen que medir para estimar su tamaño, su forma, su arquitectura; los ingenieros de minas reciben esa información y ven cómo las explotan”.
Justo en medio de la pandemia lanzó, junto al también geólogo Juan Carlos Castelli, el libro “Historia, Exploración & Geología de los yacimientos metalíferos de Chile 900-2020”, que según él mismo describe “resume buena parte de mi vida como geólogo”. Un texto de 1.400 páginas que, además de ofrecer antecedentes históricos, entrega información sobre la exploración en el país, de la cual Camus ha sido protagonista desde 1975.
Señala que entre 1900 y 1975 se había descubierto en Chile un solo yacimiento: El Salvador; Chuquicamata se conocía desde antes de la llegada de los españoles a América, y El Teniente venía de la época colonial. “El único que se descubrió, producto de un proceso de expansión de una empresa, es Salvador”, relata Camus.
Destaca que de contar con tan solo tres grandes minas al momento de la Nacionalización del Cobre, en los ’70, actualmente existen en el país 30 operaciones de pórfidos de cobre; y sumando otras, como las de oro, a la fecha se han puesto en producción alrededor de 60. “Se han descubierto 132 yacimientos nuevos. Ese es el trabajo de los geólogos. Nuestra labor para el desarrollo de la minería ha sido tremendamente positiva”, remarca.
– ¿Qué es lo que más le apasiona de la Geología?
La historia. La Geología es una ciencia histórica. Desde el Big Bang para adelante la Tierra ha tenido procesos geológicos, cuyo mayor desarrollo se produjo hace 4.500 millones de años. Toda esa revolución geológica es parte intrínseca de esta actividad. Uno está permanentemente trabajando en el tiempo.
Si no tenemos la edad de las rocas, no sabemos dónde estamos parados… La edad es un dato fundamental. Si no tuviéramos dataciones, no sabríamos dónde están los yacimientos en Chile. Podemos reconocer los distintos estilos de mineralización que existen en el país; pero para poder buscarlos, tenemos que saber dónde, y para eso tenemos que conocer la geología y la edad.
– ¿Cuán importante es la estimación de recursos y reservas mineras para el desarrollo de un proyecto?
Es fundamental. Para darle una idea, en pórfidos de cobre, en Chile se han descubierto 3.000 millones de toneladas con una ley media de 0,54% Cu, eso significa que hay 715 millones de toneladas de cobre fino. Es decir, tenemos cobre para rato.
Yacimientos IOCG (Iron Oxide Copper Gold), como Candelaria o Mantoverde, se han descubierto 23. Algunos de esos existían, pero no habían sido reconocidos como tales. En cobre fino suman 20,8 millones de toneladas. O sea, también son depósitos grandes.
Los yacimientos de cobre planta -que son más antiguos y que llamamos también estratoligados- son 23, y se han descubierto varios nuevos. Tienen 14,5 millones de toneladas de cobre fino.
Todo eso suma un total de 751 millones de toneladas de cobre fino ¿Cuánto de eso se ha explotado a la fecha? Alrededor de 150 millones.
– Queda mucho disponible todavía…
Es muchísimo. Este tipo de cosas no la sabe la gente; los chilenos ignoran su industria más importante. Entonces, pretender crear en Chile otra empresa como Codelco para que explote eso, es imposible.
Actualmente estas minas son explotadas por unas 40 compañías, incluyendo a las grandes y medianas.
POTENCIAL PARA NUEVOS DESCUBRIMIENTOS
– ¿Cuál es su opinión respecto del desempeño que tenemos en Chile en exploración minera?
Hemos tenido gastos en exploración que han llegado a US$1.000 millones en un año, pero esto es muy variable. En América Latina hemos estado compitiendo con los mexicanos y los peruanos; a veces subimos, otras bajamos (en el ranking de inversión en exploración minera); depende mucho de las condiciones locales. En este momento éstas no son muy favorables, especialmente para descubrimientos de exploración básica, porque es más complejo.
Algunos han dicho que en Chile ya no hay nada más que explorar, que ya todo se encontró y es perder plata. Eso es un disparate; no es verdad.
– ¿Qué le diría a quienes plantean eso? ¿Puede haber yacimientos importantes por descubrir?
Queda mucho todavía por descubrir. Los yacimientos que se han descubierto en el Desierto de Atacama son aquellos que han aflorado o porque ha habido alguna evidencia que permitió descubrir los que estaban escondidos, como fue el caso de Escondida o del clúster Toqui, que descubrió Codelco -y del cual soy uno de los responsables-, o del cluster Centinela, descubierto por Antofagasta Minerals. Collahuasi es otro ejemplo de esto último.
Hay que buscar herramientas para encontrar los yacimientos. La geología es cambiante, es evolutiva, permanentemente estás reinterpretando datos y empiezas a tener mejores técnicas.
Estando como gerente de Exploraciones en Codelco, periodo en que lideré el descubrimiento de 11 yacimientos (10 en Chile y uno en Brasil), veía que las cosas más obvias ya las habíamos descubierto, y había que buscar otras. Dentro de la gerencia teníamos un área de investigación y desarrollo, y empezamos a trabajar en un modelo de exploración. Cuando me fui de la empresa seguí aplicando este modelo y probándolo. Me contactó una empresa israelita, que quería ideas nuevas para hacer exploración; con Juan Carlos Castelli propusimos aplicar este modelo en forma industrial y tuvimos éxito.
– ¿Cuáles son las ventajas de este modelo?
Es una manera diferente de interpretar los modelos de los estilos de mineralización que existen: cómo se forman esos yacimientos. Los geólogos hemos generado modelos que permiten interpretar dónde están. Los modelos más robustos descubren una columna mineralizada del orden de 1 a 2 kilómetros; pero que hay bajo eso, no sabemos. Ese fue el tema en que empecé a trabajar: ¿Qué pasa debajo de esa columna vertical, tiene que haber algo que la conecte?
Con los israelitas hicimos un proyecto en el que abarcamos desde el Morro de Arica hasta unos 15 km al sur de Vallenar. Consideraba 26 cortes verticales este-oeste, de 200 a 400 km de ancho, y los fuimos haciendo sistemáticamente cada 50 km. Tengo toda esa información; partes de ella están en el libro.
– ¿Puede adelantar algo de lo que arrojó esa información? ¿Qué potencial existe?
Es enorme, pero tengo un contrato de confidencialidad. He hablado con el Sernageomin para decirles que hagan lo mismo, pero hasta el día de hoy no lo han hecho. Independiente de eso, en mi trabajo de consultoría lo he aplicado. Ahora Castelli está trabajando en proyectos de oro en el norte del Perú, y también está aplicando este método con éxito.
– ¿Dónde estaría el mayor potencial que tiene Chile en nuevos yacimientos?
En el norte, en el Desierto de Atacama, en la precordillera y en la Cordillera de Domeyko hacia la alta cordillera. Estoy hablando de yacimientos de cobre y oro.
– ¿Cuál es la situación en la zona central?
También hay potencial; pero es más complicado descubrir, porque hay más vegetación.
– Y además hay más población, que es un factor a considerar…
Claro, te vas a encontrar con comunidades que se van a ir en contra.
– ¿Existe potencial en Chile para descubrir yacimientos con mejores leyes que las actuales?
Los pórfidos de cobre de mejores leyes ya los descubrimos, me refiero a los de sobre 2% o alrededor de eso; aunque no descarto que pudiera existir uno que todavía nadie ha descubierto. Pero no vamos a descubrir un yacimiento que tenga más de 2%.
EXPLORACIÓN Y ATRACTIVO DE CHILE
– ¿Cómo ve el escenario para la exploración en Chile?
Algo que temíamos que ocurriera (en el proceso constituyente) era que cambiaran el sistema de propiedad minera, porque durante años se ha hecho sobre la base de la concesión judicial. En eso Chile es una excepción, pero nos da tranquilidad, porque ofrece seguridad sobre la propiedad. En cambio, una concesión administrativa es esencialmente materia de corrupción; así sucede en otros países.
– ¿Pero el régimen actual permite mayor movilidad?
Hay que mejorar algunas cosas. Por ejemplo, toda la parte técnica que tiene que ver con la ubicación de coordenadas de las propiedades, que requiere más pulimiento, para saber más rápido si hay una propiedad de interés en un lugar.
– ¿Debieran colocarse incentivos para incrementar la exploración?
El mejor incentivo que hay es descubrir una mina. Basta que haya un nuevo proyecto para que se genere entusiasmo. Así llegaron a Chile.
Nuestro país no era uno que tuviera minería del oro, pero bastó que se descubriera El Indio, en 1975-76, para que vinieran todas las compañías del mundo a buscar ese metal. Hoy tenemos 11 minas de oro operando, que pertenecen a empresas de seis países.
– ¿Chile sigue siendo atractivo para que empresas junior vengan a explorar?
Desde el punto de vista geológico, estamos ubicados en una franja andina -compartida con Perú, e incluso con Ecuador y Colombia- que es donde está concentrada la mayor parte de los eventos geológicos que se asocian a los mejores yacimientos mineros.
La evolución geológica de Sudamérica forma parte de lo que se llamó el ‘ciclo andino’. El 99% de los yacimientos chilenos están en las rocas que pertenecen a esta etapa. La configuración geológica que tenemos es tremendamente favorable; todavía hay espacio.
– Dice que Chile es atractivo por su geología ¿Pero sigue siéndolo a pesar de estar prácticamente todo concesionado?
Ese es el gran problema, a lo que agregaría el tema de entregar la información que genera, y que las empresas estén obligadas a hacerlo. Ya lo hacen algunas se compañías, pero no es sistemático. El artículo 21 del Código de Minería lo obliga, pero no es compulsivo. La dificultad es que la cantidad de información que se genera es enorme.
En el Gobierno anterior me llamaron del Ministerio de Minería y estudiamos la alternativa de crear centros, en el norte de Chile, donde colocar la información. Seleccionamos cuatro zonas donde podríamos poner estos grandes centros de acumulación, pero al final no se hizo, porque costaba caro. Eso existe en Australia; allí entregan la información y ésta se guarda en una tremenda bodega con todos los informes. Esa tema en Chile todavía no lo tenemos resuelto.
– ¿El sólo hecho de entregar información soluciona el tema de la concentración de las concesiones mineras?
Sin duda que lo facilitaría. Si un geólogo sabe que la compañía X sondeó en determinado lugar, podría ir a consultar esa información y compararla con la que posee; y puede reinterpretar lo que esa empresa hizo. Hay muchos ejemplos en el mundo de situaciones en que se ha reinterpretado un proyecto y aparece un descubrimiento.