“Si no nos concentramos en la oportunidad histórica que tiene nuestra minería, podemos fácilmente extraviar el camino y entrar en una fase declinante; la cual sería muy dolorosa para los chilenos en el mediano y largo plazo”, advierte Mauro Valdés, respecto de cuestionamientos al sector que se han vuelto a levantar en el marco del proceso constituyente, y que podrían prolongarse en un eventual periodo de cambios e incertidumbre regulatoria.
Este es uno de los principales motivos -reconoce- que lo llevaron a asumir la presidencia de Minnovex A.G. Además, es un convencido de que el aporte de la minería ha sido inmenso y muy benéfico para el país, en distintas dimensiones, pero también, de que aún queda mucho por hacer. “Para mí la clave es identificarnos como ecosistema minero, y asumir que las empresas mineras son una parte, central pero solo parcial, de ese ecosistema. Hay que ampliar los espacios de intercambio”, afirma.
A este esfuerzo ha estado abocado principalmente el último tiempo, desde Dinámica Plataforma, consultora especializada en estrategias orientadas a vincular empresas, sociedad, comunidades e institucionalidad (vea entrevista previa a Francisco Klima).
Con esta perspectiva, considera que para lograr un efectivo acercamiento con los territorios y con el resto de la sociedad, la industria minera debe hacerse cargo de sus impactos y del desafío de construir bases de legitimidad y confianza sólidas. “Esto parte desde un supuesto muy sencillo, pero desafiante: consistencia e integridad interna, desde lo operacional, con el desafío territorial. Y compromiso honesto son su entorno, desde una cierta humildad”, explica en esta entrevista con Minería y Futuro.
– ¿Qué te impulsó a volver estar en primera línea de la industria minera, ahora como presidente de Minnovex?
Estoy muy contento y energizado con mis proyectos personales, especialmente en Dinámica Plataforma, y las cosas que estamos haciendo en temas de vinculación de proyectos y operaciones con territorios. Pero creo que la minería está en un momento muy interesante: por una parte muy cuestionada en el marco del proceso constitucional, pero por otro lado está muy bien parada en términos de la madurez de la discusión sobre innovación, cadena de valor y contenido local.
Esto me motivó a liderar Minnovex por los próximos dos años, en búsqueda de cristalizar la apertura de espacios de conversación más intensos entre las empresas mineras y su entorno productivo. Minnovex ahí es un actor pequeño pero emblemático; llevamos 15 años empujando institucionalmente la dinámica de clúster innovador y asociativo, y vemos que el gobierno también comienza a entender el valor de esta conversación, que tiene componentes virtuosos en lo económico, humano, tecnológico y también político.
OPORTUNIDAD HISTÓRICA
– ¿Cómo evalúas la discusión que se ha generado en torno al rol, impacto y futuro de esta industria?
Ha sido una montaña rusa. La “hoja en blanco” constitucional hizo revivir temas muy profundos ideológicamente, como la propiedad de los minerales. Es evidente que la minería tiene, en general, una buena historia que contar de los últimos 40 años; pero también existen dolores, especialmente a nivel de las regiones. Por sobre todo, existen grandes oportunidades de futuro, asociadas a la lucha contra el cambio climático, la electrificación y el uso intensivo de cobre y litio.
Además, aunque parezca extraño para la gente, la regulación minera es sumamente compleja, con muchos equilibrios frágiles en torno a sus plazos, su intensidad en inversiones de capital, la participación del Estado como actor minero y en las rentas mineras, sus riesgos geológicos y de otro tipo; y las decisiones que se tomen -para bien y para mal- tienen grandes consecuencias para el país y sus regiones.
Mi percepción es que el Pleno -con el requisito de aprobación de los dos tercios- ha ido ‘haciendo la pega’ de descartar las posiciones más extremas; pero no logrado consensuar un marco adecuado para la minería.
Probablemente vamos a entrar -si se aprueba la nueva Constitución- en un periodo de vacío e incertidumbre regulatoria, en el cual, si no nos concentramos en la oportunidad histórica que tiene nuestra minería, podemos fácilmente extraviar el camino y entrar en una fase declinante; la cual sería muy dolorosa para los chilenos en el mediano y largo plazo. Los minerales que quedan en el suelo no ayudan a electrificar, descarbonizar ni conectar al mundo, y Chile se empobrece.
– Diversos representantes del ecosistema minero con los que hemos conversado, consideran que en algunos sectores prima una postura crítica -extractivista- e incluso contraria a la minería ¿Compartes esa visión?
El así llamado “extractivismo” tiene su raíz en el desconocimiento de la actividad minera. La minería debe acercarse a la ciudadanía, pero no solo a través de campañas comunicacionales, sino a través de actividad efectiva, encadenamiento productivo, innovación y tecnología aplicada.
La minería requiere, y tracciona, la formación del mejor capital humano y empresarial en Chile, con una visión clara sobre la sustentabilidad que apunte a resolver los impactos negativos de la actividad y a potenciar las externalidades positivas, que son muchas. En una frase: innovación y sustentabilidad, abordados en forma de ecosistema, son las mejores respuestas a la etiqueta simplista y sesgada del extractivismo.
– Representando al ecosistema minero nacional que tiene su foco en soluciones innovadoras y tecnológicas ¿Cómo evalúas el aporte de la minería al desarrollo de valor y conocimiento local?
El aporte de la minería ha sido inmenso y muy benéfico, en distintas dimensiones. Los resultados de la actividad minera en seguridad son impresionantes; al margen de la gravedad potencial, hoy la posibilidad de accidentarse trabajando son mayores en la administración pública que en la minería. Estamos explotando leyes de mineral cercanas a 0,1%. Hemos avanzado mucho en alejarnos del uso de agua continental en nuestras faenas. Hemos descarbonizado nuestra producción en forma acelerada. Y todo ello sobre la base de progreso en el conocimiento.
Resta mucho por hacer, y eso significa también que hay mucho valor aún para crear. US$600 millones de exportación anual de bienes y servicios a la minería es todavía un numero modesto; pero ya vemos que Chile aparece como una de las tres plataformas mundiales más visibles de la innovación y el emprendimiento minero. Tenemos que hacer una apuesta ahí, y veo que los ´astros se alinean´ en ese sentido. Las empresas mineras, los emprendedores, las universidades y el gobierno entienden que ahí existe una oportunidad de futuro demasiado grande para ignorarla o enredarla en discusiones de tipo simbólico.
DIÁLOGO MINERO MÁS AMPLIO
– ¿Qué falta para impulsar más este segmento?
Para mí la clave es identificarnos como ecosistema minero, y asumir que las empresas mineras son una parte, central pero solo parcial, de ese ecosistema. Hay que ampliar los espacios de intercambio; permitir otras miradas a los desafíos de exploración, explotación y de sustentabilidad, fortaleciendo la noción de equipo minero en sentido amplio.
– ¿Consideras que los planteamientos de los diversos actores van en esa dirección? ¿Hay un diálogo para articular esfuerzos que perduren?
Todavía creo que estamos en el fragor de la defensa de la minería y sus oportunidades, porque hay mucho que perder si no las vemos. Pero luego, debe venir el momento de tomar nota en serio de lo que somos, y de lo que nos falta para avanzar en legitimidad y aprecio por parte de los chilenos. Y de esa manera, avanzar definitivamente en la consolidación del ecosistema, la mantención de nuestra participación de mercado en cobre, crecer en litio y minería polimetálica, exportaciones de bienes y servicios mineros y relacionados, asociatividad público-privado-academia.
Espero sinceramente que el primer unicornio minero sea chileno; veo varias iniciativas en esa línea y creo que nuestras posibilidades son altas.
– ¿Cuál es la propuesta de Minnovex para una mejor minería en Chile?
Hemos estado discutiendo con nuestros socios, y hay mucha energía y compromiso para encarar el desafío del diálogo minero más amplio con las empresas mineras. Nuestra participación en Alta Ley y el Centro Nacional de Pilotaje son resultados muy concretos de nuestros avances, y de la seriedad y disciplina de nuestro trabajo.
Avanzaremos en la asociatividad, con foco en sus desafíos tecnológicos y de sustentabilidad de la actividad minera.
– Con Dinámica Plataforma trabajas el tema de la vinculación con comunidades y territorios ¿En qué ha fallado la industria en este ámbito y cómo lo puede enmendar?
Las lógicas de las mineras son muy distintas de las lógicas de los territorios donde operan. Construir dinámicas de aprendizaje mutuo, entre empresas y territorios, es la clave para una convivencia pacífica y virtuosa. La compañía minera no debe estar al centro de las conversaciones en los valles o territorios, ni menos reemplazando al Estado; pero sí debe hacerse cargo de sus impactos y del desafío de construir bases de legitimidad y confianza sólidas para lograr esas dinámicas. Esto parte desde un supuesto muy sencillo, pero desafiante: consistencia e integridad interna, desde lo operacional, con el desafío territorial. Y compromiso honesto son su entorno, desde una cierta humildad. La grandilocuencia de las promesas muchas veces nos pasa la cuenta.