Por Renato Sepúlveda, consultor, presidente Seminarios SAT.
Cada vez es más evidente que se requieren realizar prontas acciones para reducir la temperatura del planeta según el Acuerdo de París. Si no se logra, diversos grupos humanos se verán severamente afectados.
La Transición Energética es probablemente el mayor desafío de sustentabilidad que tiene hoy en día la humanidad, el cual se prolongará al menos hasta el año 2050. Ya se indica (McKinsey por ejemplo) que la proyección a 2050 sería llegar a temperaturas mayores a los 2 grados Celsius, lo cual hará más desafiante este camino.
Por otra parte, es cada vez más evidente que se viene un Tsunami de demanda de Cobre y otros minerales para satisfacer las necesidades de esta Transición Energética. Esta demanda comenzará a crecer más fuerte en el periodo 2025-2030.
Una combinación de factores sugiere que la oferta hasta ahora no ha seguido el mismo ritmo, por diversos factores, que incluyen: el hecho de que los depósitos son cada vez más caros y difíciles de encontrar y poner en producción, las nuevas exigencias, así como el hecho que las sociedades de diversos países aún tienen que comprender el papel vital de la minería en la lucha contra el Cambio Climático.
Un informe de la consultora McKinsey (“Global Energy Perspective”), muestra la aceleración de los cambios en el mercado energético global. El informe indica entre otras cosas, que la producción de energías renovables podría duplicarse en los próximos 15 años, y esto significa necesidad de más minerales.
«Es importante también que la sociedad chilena, a través de sus diversas organizaciones, reconozca que el trabajo para producir cobre es un aporte valioso a toda la humanidad y que además posiciona a Chile como campeón en esta noble lucha».
Algunos de los factores que impulsan la aceleración de estos cambios, son el creciente apoyo público a la electromovilidad junto con la adopción global de vehículos eléctricos que se está dando, incluso antes de lo esperado en informes anteriores. Acorde a Bloomberg, existen hoy US$1,2 trillones en construcción de plantas productoras de vehículos eléctricos, que estarán en plena producción hacia 2025, demandando enormes cantidades de cobre y otros minerales.
Al mismo tiempo, el peak de consumo máximo de derivados del petróleo, acorde con McKinsey, se espera que se de en los próximos cinco años. En adelante, el petróleo irá disminuyendo su relevancia como el ‘oro negro, como en algún momento se le conoció.
Esta Transición Energética no es ni será fácil, tampoco breve, y tendrá mucha volatilidad. Hay que pensar que se trata de invertir a la vez miles de millones de dólares en diversos procesos y múltiples minerales. BlombergNef, por ejemplo estima que este proceso hasta 2050 requerirá US$10 Trillones. Esto significa que los recursos de construcción de proyectos mineros (personas, equipos, logística) se harán más escasos en los siguientes años y, por ende, habrá que competir para tenerlos; para poder construir los proyectos a tiempo.
En el corto y mediano plazo, el crecimiento paralelo del uso de vehículos eléctricos y de las nuevas fuentes de energías renovables, disparará la demanda de cobre y de varios otros minerales, en la presente década.
Hace pocas semanas, BHP por ejemplo, ha indicado que se requiere invertir US$250.000 millones sólo en cobre desde 2023 a 2030; es decir en un periodo de unos siete años. En línea con esto, para que Chile mantenga su posición de productor líder en la industria del cobre, deberá invertir en este periodo aproximadamente un tercio de la suma anterior, es decir unos US$75.000 millones.
Las inversiones que se requieren para madurar después del 2030 son aún mayores; y considerando los tiempos que demoran los proyectos mineros -más de 12 años- se requiere impulsarlas desde ya.
Es importante también que la sociedad chilena, a través de sus diversas organizaciones, reconozca que el trabajo para producir cobre es un aporte valioso a toda la humanidad y que además posiciona a Chile como campeón en esta noble lucha.
En todo esto es especialmente importante el rol de las autoridades, para incorporar en las Agendas que se desarrollen, la importancia del del cobre en la lucha contra el cambio climático.