Por Carla Rojas Neculhual, académica e investigadora Encargada de Estudios en Women in Mining Chile
Sin duda que la minería ha demostrado avances cruciales en materia de integrar a la mujer, sobre todo en este sector que es fundamental dentro de las actividades productivas del país. La participación femenina en la industria llegó a un 15,2% en la última medición del Monitoreo Indicadores de Género, marzo 2023 elaborado por CCM-Eleva, lo que significa un salto de 8,1 puntos base desde comienzos de la pasada década, cuando la participación era de 7,1%. Esto es un tremendo logro en una actividad que todavía se percibe como masculinizada.
Fundamentales han sido los impulsos y transformación desde algunas empresas transnacionales. Hay casos ejemplares, como BHP -que además de contar con una participación femenina mayor al 38% actualmente- ha determinado el acoso sexual y laboral como un riesgo físico, al mismo nivel que un accidente laboral. Asimismo, los avances de Teck funcionan como ejemplo de interés, ya que cuenta desde el año 2016 con una transformación cultural con enfoque de género, y un proyecto único en el mundo de implementación de centros de género e inclusión en las faenas.
Sin embargo, pese a todos estos logros de alguna compañías mineras, todavía vemos situaciones evidentes donde tenemos que ir mejorando, en especial entendiendo que esta tarea no se asocia simplemente con “darle check” al porcentaje de mujeres que trabajan en una u otra faena.
«Es evidente que todavía necesitamos avanzar mucho más para llegar a los logros propuestos por la Política Nacional 2050, cuya ambición es que Chile cuente con paridad de género en cargos directivos y un 35% en la industria al 2050. En todo caso, lo vemos totalmente posible, siempre y cuando vayamos más allá de meramente las cifras, sino que veamos la transformación cultural como un todo».
La inclusión se trata de un verdadero cambio en la cultura operativa, donde no exista ningún tipo de discriminación ni distinción por género en el ambiente laboral. Desde WIM Chile hemos elaborado estudios sobre la inclusión de la mujer en la minería, donde hemos detectado al menos cuatro ámbitos donde todavía existe una percepción de discriminación u obstáculos arbitrarios en desmedro de las trabajadoras mujeres.
En primer lugar, en 2022 identificamos que un 43% de las mujeres que trabajan en minería tienen un postgrado, un 40% carrera universitaria, mientras que el 8% posee algún tipo de formación técnica. Eso significa que las mujeres en general, cuentan con un nivel educacional mayor que los hombres en proporción. Ahí todavía vemos una brecha de exigencia, donde tanto hombres como mujeres en su mayoría perciben que existe una mayor exigencia profesional para las mujeres.
Esto también se aprecia a nivel de remuneraciones y de crecimiento laboral. En el estudio, 37% de los encuestados señala haber observado prácticas de discriminación en términos de salario y beneficios, mientras que un 53% refiere que en su empresa se han realizado bromas sobre la orientación sexual de sus compañeras(os), y un 32% indica que ha observado prácticas discriminatorias en su equipo de trabajo.
Como último punto, creemos que aún falta una reglamentación que refuerce las sanciones al acoso e incluso abuso sexual que lamentablemente sigue teniendo lugar en las faenas. A veces sucede que no se expulsa al trabajador, o vuelve a reencontrarse con una víctima en terreno una vez que quien fuera sancionado obtiene un nuevo empleo en una compañía proveedora.
Se requiere mayor trazabilidad y claramente, elevar la categoría de estas situaciones al nivel de un accidente laboral.
Con todo, es evidente que todavía necesitamos avanzar mucho más para llegar a los logros propuestos por la Política Nacional 2050, cuya ambición es que Chile cuente con paridad de género en cargos directivos y un 35% en la industria al 2050. En todo caso, lo vemos totalmente posible, siempre y cuando vayamos más allá de meramente las cifras, sino que veamos la transformación cultural como un todo.