Por Patricio Aguilera, gerente general del Centro Nacional de Pilotaje, CNP.
Como toda industria, la minería se enfrenta cotidianamente a nuevos retos y oportunidades. Hoy somos testigos de un momento histórico que pone a prueba toda nuestra capacidad y creatividad para enfrentar, positiva y proactivamente, los complejos y estructurales desafíos del sector.
Algunos de ellos son derivados del cambio climático que, entre otras materias impone retos en gestión hídrica, descarbonización de los procesos e incorporación urgente de métodos y procesos desde la perspectiva de una economía circular. También están los derivados de las tendencias tecnológicas globales de transformación digital y electromovilidad, junto con las nuevas exigencias de mercados y comunidades por lograr procesos mineros más sustentables.
¿Cuál es el rol del CNP? Somos un engranaje de carácter científico-técnico, parte del ecosistema de innovación, cuyas capacidades expertas, procesos seguros y confiables, junto con ofrecer acceso a infraestructura y equipamientos a escala real, hacen efectiva y posible la validación independiente y neutral de innovaciones que desarrollan empresas y emprendedores, en la búsqueda de resolver los complejos desafíos mineros.
¿Es suficiente generar y disponer de estas capacidades para validar tecnologías? Por cierto que no; son necesarias, pero insuficientes. Debemos contar con políticas públicas y estrategias de desarrollo tecnológico de las mineras, de manera sostenida y coherente en el tiempo, que permitan incrementar los esfuerzos de inversión en actividades de investigación, desarrollo e innovación. Y junto con ello, vincular estos esfuerzos, para crear capacidades locales de desarrollo y emprendimiento tecnológico, de manera tal de aprovechar estas oportunidades y desafíos de la industria. De esta forma, lograremos no solo transformar y modernizar la minería, sino además, que sea una fuente para generar capacidades tecnológicas locales.
Invertimos muy poco en nuevo conocimiento, desarrollo e innovación. Y parte de este esfuerzo se realiza con capacidades y desarrollos procedentes de afuera, sin vinculación con el entorno local. Esperemos que tanto el gobierno actual como las empresas hagan un punto de inflexión, y que bajo nuevas políticas, estrategias e instrumentos, aumenten la inversión en I&D&i, generando en Chile más y nuevos conocimientos, capacidades y emprendimientos para enfrentar los desafíos mineros que enfrenta el país.
Como sociedad tenemos el reto de poder sostener la generación de valor e impulsar, al mismo tiempo, el desarrollo productivo y tecnológico. Esto requiere equilibrar los esfuerzos de generación de valor usando las capacidades existentes, con los esfuerzos para incubar y generar nuevas capacidades; ya que los factores de generación de valor originales -que descansan más en ventajas comparativas, como nuestros yacimientos de cobre y otros minerales-, van menguando y deben ser reemplazados por nuevos, con mayores ámbitos de innovación y ventajas competitivas.
El balance entre el uso de capacidades nacionales para generar valor hoy y nuevas capacidades en el futuro, no es simple; en particular frente a ciclos de precios altos de los metales, la necesidad de sostener a largo plazo los esfuerzos para crear capacidades locales y la posibilidad -siempre presente- de recurrir a soluciones internacionales para los desafíos de productividad locales.
Miremos los ejemplos de Australia, Suecia y Canadá, con desarrollos de capacidades tecnológicas superiores a Chile. Su competitividad minera descansa en su riqueza mineral, pero también en un sistema de innovación avanzado -de compañías mineras, proveedores, centros tecnológicos y programas colaborativos, entre otros actores-, junto con una inversión pública y privada sostenida y creciente.
Nuestra minería a gran escala opera bajo estándares globales, y cuenta con un sector de proveedores amplio y bien establecido; poseemos una mediana minería interesante, y sin embargo, frente a cualquiera de los países antes citados, tenemos una gran brecha en esfuerzos de innovación, desarrollo de tecnologías y servicios para el sector.
Invertimos muy poco en nuevo conocimiento, desarrollo e innovación. Y parte de este esfuerzo se realiza con capacidades y desarrollos procedentes de afuera, sin vinculación con el entorno local. Esperemos que tanto el gobierno actual como las empresas hagan un punto de inflexión, y que bajo nuevas políticas, estrategias e instrumentos, aumenten la inversión en I&D&i, generando en Chile más y nuevos conocimientos, capacidades y emprendimientos para enfrentar los desafíos mineros que enfrenta el país.