Por Juan Ignacio Guzmán, Gerente General GEM.
El mes de la minería siempre ha sido un periodo especial para nuestra industria, lleno de sentimientos de alegría y orgullo. Participamos en una actividad que ha contribuido significativamente al avance de la humanidad a lo largo de la historia y continuará haciéndolo, especialmente en la lucha contra el cambio climático. Además, la minería ha sido el principal motor de crecimiento a lo largo de toda la historia republicana de Chile.
Sin embargo, este mes de la minería no hay muchas razones para celebrar en la industria del cobre. Nos enfrentamos a preocupaciones importantes sobre el futuro de la industria: leyes de mineral decrecientes, aumentos de royalties, mayores tiempos de obtención de permisos e incertidumbre política han tenido un impacto significativo en la inversión de los últimos años.
Desde 2005, la participación de Chile en la industria minera mundial ha disminuido considerablemente, pasando de un 37% en 2004, a poco más del 24% en 2022. Aunque esta disminución es reconocida en el sector, pocos saben que Chile alcanzó su máxima producción de cobre en 2018 y, desde entonces, esta ha venido disminuyendo sistemáticamente.
La situación de Codelco es especialmente preocupante, ya que se encuentra en la crisis más profunda de su historia. Desde 2015, la compañía ha reducido su producción de cobre en casi un 30%, a pesar de haber invertido alrededor de US$25.000 millones en ese período. La deuda de la empresa estatal actualmente asciende a unos US$19.000 millones, lo que la convierte en la empresa minera más endeudada del mundo en su categoría. Para tener una idea del nivel de deuda de Codelco, si todos los excedentes proyectados para este año se usaran para pagarla, necesitaríamos casi 20 años para saldarla por completo.
«Es esencial que este mes de la minería se convierta en una oportunidad para reflexionar profundamente sobre la necesidad y urgencia de realizar cambios en el sector, así como para resolver la crisis de Codelco. Existen muchas ideas para lograrlo, pero la implementación de estas requiere la voluntad y el apoyo mayoritario de la sociedad».
La minería privada también enfrenta dificultades significativas, ya que atraviesa su período más difícil en las últimas tres o cuatro décadas. No hay proyectos greenfield importantes en marcha, y los proyectos brownfield enfrentan enormes desafíos para materializarse, debido a consideraciones económicas, sociales y ambientales.
Afortunadamente, el país ha experimentado precios históricamente altos del cobre en los últimos años, impulsados en gran parte por la creciente demanda de este metal para la electromovilidad. La mayoría de los analistas prevén que los precios del commodity se mantendrán elevados durante el resto de la década. Sin embargo, no podemos depender únicamente del mercado a largo plazo. Además, la disminución de la producción de cobre en Chile está teniendo un alto costo en términos de ingresos para el fisco, el empleo y el desarrollo del país.
Para entender la magnitud de este costo, solo basta con imaginar que si Chile hubiera mantenido su participación máxima en el mercado del 37% (en 2004), habríamos producido 8 millones de toneladas de cobre en 2022, en lugar de los 5,2 millones de toneladas que se obtuvieron. Ese volumen de producción habría permitido no solo un aumento significativo en empleo y encadenamiento productivo, sino que además habría aportado al fisco al menos US$5.000 millones adicionales, entre impuestos, royalties y excedentes de Codelco (US$2.000 millones de los cuales habrían provenido de mayores excedentes de la estatal).
Es esencial que este mes de la minería se convierta en una oportunidad para reflexionar profundamente sobre la necesidad y urgencia de realizar cambios en el sector, así como para resolver la crisis de Codelco. Existen muchas ideas para lograrlo, pero la implementación de estas requiere la voluntad y el apoyo mayoritario de la sociedad, que ha sido la principal beneficiada por esta actividad en muchos aspectos.
Con determinación, colaboración y visión a largo plazo, podemos superar los obstáculos y asegurar un futuro próspero para la minería en Chile, con beneficios tanto para la industria como para el país en su conjunto.